El roscón de Reyes

El roscón de Reyes
Cada seis de enero, y como colofón de las fiestas navideñas, nada mejor que degustar un tradicional Roscón de Reyes. Pero, más allá de su delicioso sabor y su colorido aspecto, lo que más llama la atención de este dulce es la sorpresa que guarda en su interior. A quien la encuentre, la tradición augura un año de buena suerte y, de momento, será proclamado "rey por un día", aunque le tocará pagar el dulce, a menos que el roscón también lleve haba, y entonces deberá pagar el roscón quien encuentre ésta.
Es un dulce tradicional en la fiesta de la Epifanía, elaborado básicamente con una mezcla de harina, azúcar, leche, mantequilla, huevos, levadura, agua de azahar y ralladura de naranja y limón.
Se presenta en forma de anillo, opcionalmente relleno de nata, de chocolate o de crema pastelera, y está salpicado de trozos de frutas confitadas de llamativos colores, que simbolizan las piedras preciosas que adornaban las capas de los Reyes Magos.
En su interior suelen colocarse pequeños regalos, a veces junto con un haba.
A pesar de su nombre, este dulce tiene un origen pagano y un tanto incierto, objeto de polémica para los estudiosos del tema. Muchos historiadores centran el origen de la tradición en tiempos del Imperio Romano.
Los romanos atendían a las leyes del tiempo y, en los días de invierno, celebraban una de sus festividades más populares: las Saturnales. Estas fiestas, en honor a Saturno, "dios de la Agricultura", tenían lugar desde el 17 –día principal de la fiestas- hasta el 23 de diciembre, mientras que el 25 de diciembre (casi coincidiendo con el solsticio de invierno) celebraban el día de la "fiesta del Sol", conmemorando el nacimiento de Mitra.
Durante las saturnales, era costumbre el lectisternium o banquete público en honor del dios, y las calles se llenaban de bullicio. Hay quienes apuntan que, en esos días, existía la costumbre de esconder una haba en un lugar de la casa o entre la miga del pan. El esclavo que la encontrara era premiado con la libertad durante los días que durara el festejo. Eran días de excesos en la comida y la bebida, en los que su mundo se volvía del revés. Los señores servían a los esclavos y los esclavos ejercían de señores.
Estas celebraciones se unían a las fiestas de principios de enero, para honrar a su dios Jano, "dios de las Puertas, los comienzos y los finales". Ambas fiestas eran, si se permite la comparación, una especie de Navidad y Carnaval al mismo tiempo, en que los romanos disfrutaban de cómo se alargaban las horas de luz tras el solsticio de invierno.
Hay historiadores que señalan el origen de la tradición del roscón en como, en estos días de enero, se solía elaborar unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel que se repartían entre plebeyos y esclavos. En su interior, las tortas guardaban un haba seca, señal de prosperidad, y el afortunado que encontrara la legumbre, era aclamado "rey por un día".
Tiempo después, la Iglesia católica lograría cristianizar esas fiestas paganas, superponiendo la fecha del Nacimiento de Jesús al solsticio de invierno.
En el siglo IV la Iglesia institucionalizó el día de Reyes en Occidente.
Durante la Edad Media, la tradición de comer el dulce que guardaba el haba en su interior reapareció, y se convirtió en una costumbre cristiana que pronto se extendió por muchos países de Europa. El protagonismo de la fiesta recaía en los más pequeños y el haba simbolizaba al Niño Jesús y, según otras versiones, la huida de la persecución del rey Herodes.
Pero, sin duda, donde alcanzó su mayor auge fue en Francia, donde la fiesta de Le Roi de la Fave (El Rey de la Haba) era objeto de grandes celebraciones en las que se comía un rico pastel, en forma de rosca, conocido como "Gâteau du Roi" que escondía en su interior un haba, emulando la antigua tradición romana.
En España, fue el rey Felipe V quien introdujo este dulce que, muy pronto, se convirtió en una de las costumbres más populares. Aquel roscón carecía de simbología, llegaba a España sin el haba que fue sustituida por una moneda (un doblón de oro), pero igualmente solía cubrirse de frutas caramelizadas y se comía en la fiesta de la Epifanía (6 de enero).
Actualmente, el día 6 de enero, muchas pastelerías del país elaboran este tradicional dulce y no resulta extraño ver colas de gente esperando para comprarlo. Cada maestro pastelero tiene su receta secreta y su forma de elaborarlo, aunque los ingredientes básicos siguen siendo los mismos.  En muchas pastelerías las ventas del roscón supera económicamente las ventas del mejor mes del año.
Ahora, la moneda ha sido sustituida por una figurita u otro tipo de objetos de lo más diverso y, en muchos casos, ni siquiera aparece el haba. Pero, igualmente, sigue siendo una tradición muy arraigada en España y poder degustarlo el día de Reyes, bien en el desayuno o en la merienda, sigue haciendo las delicias de grandes y pequeños que buscan entusiasmados la sorpresa que esconde.